Murales de la Esperanza
María Fernanda Ruiz
07 de Mar de 2022
Intervención estético-política de las juventudes en Ecuador
¿Quiénes somos?
Este complejo sector social, esta generación inentendible, se caracteriza por su actitud rebelde, su deseo y energía, y su idea de futuro, que a veces se torna, por la estigmatización y la meritocracia dominantes, en una desesperanzada falta de presente.
En toda nuestra región somos un sector al que quieren interpelar, conquistar o simplemente entender, pero parecerían no lograrlo.
En Ecuador las juventudes convivimos con la visceral necesidad de decir, de hacer y de ser escuchadas. Es entonces cuando el arte aparece para ser nuestra voz, nuestra herramienta, nuestro lugar de transformación.
¿Qué nos mueve?
La injusticia, la desigualdad, la ausencia de derechos y las grandes causas sociales son solo una parte del motor que nos conduce. El pedido de justicia, de verdad y reparación lo hacemos realidad cuando salimos a la calle, cuando vamos a la escuela, a la universidad, cuando nos encontramos en la plaza, en la esquina, cuando pensamos cómo y dónde plasmar nuestras esperanzas para eternizarlas en las paredes de nuestros barrios.
El arte popular, urbano, el muralismo, la música, el rap son partes de nuestro lenguaje. Tan dinámicos como la juventud que nos caracteriza, los lenguajes artísticos nos permiten expresarnos pero también transformar, luchar y afectar nuestro entorno.
¿De qué se trata «Murales de la Esperanza»?
La propuesta incluyó a todo el país y tuvo que ver con características propias de cada zona. La realizamos en el marco de la campaña electoral donde se ponían en juego dos proyectos de Estado absolutamente distintos: uno de ellos quería invisibilizarnos, estigmatizarnos y hasta reprimirnos, consolidando nefastas lógicas conservadoras y antipopulares; el otro intentaba darnos un lugar de participación activa en la realidad ecuatoriana, comprendiendo la lucha de los sectores marginados, humildes, las diversidades, las mujeres, las infancias y las juventudes.
Este último proyecto de país, que encabezaba Andrés Arauz, nos permitía pensar en el futuro y desear construirlo en función de nuestras esperanzas. Los murales fueron una posibilidad de expresarlo.
Un breve recorrido por los murales que registramos:
. Ambato: La esperanza del trabajo digno para todos y todas.
. Guayaquil: La esperanza del encuentro y la unidad.
. Santo Domingo: La esperanza de una vida sana para las juventudes, sin consumo problemático de sustancias.
. Loja: La fuerza de las artes.
. Arajuno: La esperanza de los Pueblos Originarios.
. Quito: La esperanza de la verdad, la justicia y la reparación histórica.
. Portoviejo: La esperanza de la juventud como semilla de transformación.
¿Con qué soñamos?
Nos preguntamos qué presente queremos y qué futuro deseamos construir, qué nos define, qué nos hace parte y con qué herramientas contamos.
Las juventudes entendemos nuestras identidades, líquidas y diversas, en función de la comunicación y la cultura, hermanadas y en pos de constituirnos como actores políticos y sociales de transformación.
Los lugares que elegimos habitar son aquellos que no nos condicionan, donde podemos tomar la voz, ser protagonistas, ver y ser reales, producir contenidos desde nuestra perspectiva y para nosotros y nosotras.
El sistema en el que vivimos pretende condicionar nuestras creencias y estereotipar nuestros gustos. Ante esto, generamos respuestas muy diferentes de las que los medios, los políticos y las anticuadas instituciones esperan, y producimos sentido desde el arte y la cultura.
Por la dignidad, por la democracia, la naturaleza, el trabajo, la salud y la libertad…
Jóvenes de todo el país nos expresamos, hacemos arte, generamos cultura, trabajamos juntos y juntas, construimos futuro, somos semilla.